Pou-pourrait de reflexiones sobre cualquier tema de actualidad. El autor no garantiza tener mucha idea sobre lo que está hablando.

11.1.06

El folclórico presidente del Supremo

Leo en El Plural las declaraciones con las que nos ha obsequiado hoy el presidente del Tribunal Supremo, Francisco José Hernando, de las que merece la pena resaltar dos perlas:

“aprendería catalán, pero como un enriquecimiento personal, como me gustaría cuando voy a Andalucía saber bailar sevillanas”
“No creo que se deba imponer a nadie el conocimiento de una lengua que luego no tiene una proyección positiva en otros aspectos de la vida”

Sobre el primer punto, nada que objetar a sus aficiones. Para gustos los colores, oiga. Pero hay que reconocer que queda bastante cateto comparar un baile regional con una lengua que es cooficial en una comunidad autónoma y oficial en un país (si, ya que se que Andorra es un país enano perdido en el monte, que nadie conocería si no fuera por sus pistas de sky y el tabaco a cuatro duros, pero leches, merecen un respeto). Supongo que el siguiente punto será pedir la modificación de la Constitución para incluir la oficialidad de las sevillanas, las muñeiras y las sardanas en sus respectivas regiones, como en el caso de los idiomas. Alguien que seguro la apoyaría es Mariano Rajoy, paladín de las reformas absurdas de la Constitución, como aquella propuesta para incluir una lista de competencias exclusivas del Estado, lista que no debe saber que ya existe desde el año 78.

Y sobre el segundo punto, pues qué más se puede decir. Si el bocazas del presi del Supremo se hubiera parado después de la palabra lengua, la frase sería inobjetable. Pero tuvo que añadirle la coletilla "que luego no tiene una proyección positiva en otros aspectos de la vida". Vaya tela, sr. Hernando. La única duda que me queda ya es saber si lo que quería decir es que el catalán tiene una proyección negativa o que las lenguas sí deben imponerse cuando tienen una proyección positiva. En cualquier caso, pensar antes de hablar nunca está de más, sobre todo si uno es Presidente del Supremo.

Si algo bueno se puede sacar de esto, es la idea de que cualquiera puede llegar a presidente del Tribunal Supremo.